Workshop de amor

Las flores nos las regalamos nosotras

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Las flores nos las regalamos nosotras 〰️

El pasado taller que impartí se llevó a cabo en Guadalajara, Jalisco el sábado 25 de enero del 2020 y fue memorable:

Guadalajara es un lugar que me ha visto cambiar infinitas veces, está lleno de mujeres y hombres que me han acompañado en distintos trayectos, por caminos de mucha luz y también de oscuridad. Sus calles y su gente se han convertido en mi casa, por estas y muchas razones más es una ciudad que aprecio de todo corazón.

Desde hace tiempo tenía en mente este proyecto: reunir a las mujeres que más admiro y quiero de la Perla Tapatía para compartirles un poco de lo que las flores han traído a mi vida. De cada una de ellas me impresiona una dualidad que considero sagrada: la sensibilidad y sus ganas por vivir libres.

Percibía que todas ellas tendrían en común el gusto por convivir con flores, después de todo ya lo habían hecho, directa o indirectamente, al acompañar a Flor de Barrio. Donde sostenemos que las flores son un medio de resultados inmediatos para mejorar el humor y la calidad de vida.

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El taller se enfocó en reunir a estas talentosas mujeres que han logrado cuestionar realidades, rumbos y decisiones; su ejemplo de vida, sus actos y palabras han tenido especial efecto en mí. Me propuse invitarlas a un espacio libre de críticas y envidias, sin juicios, ni tabulaciones que califiquen de bueno o malo, simplemente una puerta abierta para sentirse contenta, equilibrada, plena y en confianza haciendo algo que se disfruta y nos abraza el corazón: regalarse flores.

El taller se realizó en Casa Amarilla, donde Ale y Fa se lucieron siendo las mejores anfitrionas. El proceso del día habría de hacerse por pasos: visitar el mercado, la hora del brunch y arreglar las flores. Todo tiene un porqué, es importante involucrarse en escoger desde cero las flores, pues serán la materia prima para la creación de nuestras manos y este proceso conlleva darle la bienvenida a emociones conscientes, positivas y bien intencionadas.

Visita al Mercado de las Flores 

El Mercado de las Flores en Guadalajara, se encuentra frente a la estación de Mezquitán y es reconocido por su surtido de flores locales y nacionales, todo de buena calidad. Visitarlo es imperdible y se puede convertir en una experiencia única. Para nuestros fines, cada quién escogería lo que le atrajera su atención y la hiciera feliz. Hicimos un recorrido con proveedores y les pasé un par de tips al respecto, lo más bonito fue ver cómo cada una escogió de acuerdo con su personalidad. Hubo bastantes risas y acuerdos para compartir material entre ellas. Apenas empezaba la mañana y la sensación de hermandad era palpable.

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El Brunch

Fue un comidón delicioso: frutas, birote salado, panes, salsas caseras, quesos, guacamole, chocolates hechos por Maris, vino, café y varias exquisiteces más. Todo fresco y sabroso, montado en vajillas de Al Centro Cerámica (@alcentro.ceramica), obvio su presentación hizo que se viera aún más suculento. Compartimos el tiempo y los sabores, chocamos las copas y las tazas.

¡Que goce la hora de la comida, las risas y el saboreo!

Esta bonita tradición de compartir los alimentos, desde los preparativos, el montaje y la comedera, es un espacio para estrechar relaciones y ni mas ni menos, así fue, entre un montón de carcajadas. Acabamos como dice el dicho: “con barriga llena y el corazón (bien) contento”.

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Las flores

Cerramos los ojos y vimos hacia adentro. A veces nos hace falta algo de eso, sobre todo en estos días en los que las cosas parecen moverse demasiado rápido y en la vorágine no nos damos cuenta de la conciencia de ser y estar, o la falta de ésta. 

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Aprovechamos al máximo el jardín increíble de Casa Amarilla y los sonidos naturales que nos regaló para escuchar y guardar silencio. Pusimos atención al viento, al roce de las hojas de los árboles y todo lo que hay en nuestro entorno, mientras nos preguntábamos: ¿qué hay dentro?, ¿qué nos inspira?, ¿qué nos motiva?,  y lo más importante, ¿cómo nos sentimos?

Logramos liberarnos de esos juicios que nos autoimponemos, de las cargas y de los pendientes para vivir el ahora. Nuestro presente estaba lleno de olores, flores y mucho agradecimiento, sobre todo de mí para ellas, por compartir ese momento.

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Abrimos los ojos y expliqué algo de teoría sobre los básicos florales, la limpieza y el corte, así pusimos manos a la obra. Iniciaron compartiendo sus flores, lo que era de una, ya era de todas, y así se fue todo, colaboramos entre nosotras con autenticidad. Trabajamos las flores en bases con diferentes formas y la composición fue completamente libre. Con ciertos conocimientos básicos que cada quien usó para recrear lo que sentía y lo que se llevaría para llenar su corazón y su casa. Conseguimos ese espacio seguro que buscábamos, donde cada una conectó con lo que hacía sin juzgar a otras, solo dejándose llevar y abrazando lo que en el momento estábamos dando y recibiendo.

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Cada arreglo capturó la energía de alegría y cariño de estas grandes mujeres, receptivas, fuertes y sensibles, que por un momento vieron hacia adentro y se regalaron flores a ellas mismas. De manera impecable limpiaron, cortaron y arreglaron pensando en el amor que les motiva, pues al final, las flores como el cariño, compartidas adquieren sentido.

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En estos días he pensado en el taller y en mis hermanas (que viven repartidas por todos lados), apenas logro desmenuzar mis sentires e inevitablemente me descubro reafirmando que la energía que se produce entre mujeres es algo muy potente y no debemos permitir que mengue nunca más. A veces, así dispersa, no se reconoce de manera tan obvia, pero en este taller me di cuenta que los lazos entre las mujeres que se apoyan, se respetan, se confían y no se juzgan, son inquebrantables. Esta energía vibra en un nivel tan particular, que las desconexiones no nos permiten percibirla (y recibirla), encima nos han acostumbrado —y hemos accedido— a señalar “lo negativo” de otras, que a veces se torna complicado reconocer y parar.

Los principios del mes sellaron mi pacto con las mujeres y me hicieron sentir que quienes hemos despertado, nunca más estaremos desconectadas, recordé el taller, lleno de amor y empatía. Me ilusiona sentirme así, fuerte y cercana, incluso sin conocerlas. La utopía sería que ninguna tuviera la necesidad de alzar la voz, que ninguna se sintiera rota, juzgada o con menor valor. Nos han agredido y como respuesta, nos han enseñado a callar. Vivir libres y sin miedo a ser violentadas es un derecho. Si esta vida no se trata de ello, entonces no sé cuál sí. 

Pienso que si en ésta no lo logramos, ya nos veremos en la próxima.

Un agradecimiento especial a todas mis hermanas, mis cachitos de corazón repartidos, que me inspiran con su fuerza, su valentía y su amor incondicional. Que gracias a que existen seres humanos como ustedes, mi fe en la humanidad no se acaba. Las amo y de verdad agradezco tenerlas en mi vida.

 Mil gracias a Ana Calatayud (@anacalatayudfoto) la mejor fotógrafa, por estar, capturar y compartir el 25 de enero con nosotras.

Con cariño,

Valeria.

Valeria Navarro